Sangre II

No es casualidad que las ráfagas lleguen cuando menos las esperas. Justo en el momento indicado. No antes, no después. 

Violento resplandor caliente. Fuego. Me convierto en su esclava. El ojo que todo lo ve llora. Las lágrimas corren, hierven quemando la carne fresca. 

El veneno ha penetrado,
Los seres malditos sonríen. Han cumplido su misión.

Adiós, adiós, vete y no vuelvas más. 

El juego de la ondinas

En el claroscuro, navegando por la mar, los marineros comparten el pan.

A lo lejos el delicioso canto de las más preciadas ninfas comienza a sonar,

Se vislumbra el funesto final.

Tiernas y diabólicas criaturas,

Vertiendo sus fervores. 

Monstruos de las profundidades con rostros angelicales,

Los marinos no podrán resistir nunca más.

El himno luctuoso los ha encantado,

¡Oh, placentero pecado a punto de estallar!

El agua se tiñe de rojo, víctimas de un amor furtivo e infernal, 

Los demonios sonríen, otra noche de juego, nada más. 

Amor infinito

Mientras todavía exista un motivo para luchar, ahí estará el poeta combatiendo.

Pero si el espíritu decae, promete ser el mejor estratega,

La vida no es para ser juzgada como buena o mala. Como feliz o triste, como dulce o amarga.

La vida es.

Si huye ahora de este tórrido romance jamás sabrá el desenlace.

El amor se desmorona en los labios del poeta.  

Mientras se acerca el día de su última presentación.

Si el espíritu se queda, pensará en una coartada.

Demostrará todo lo que amaba, el amor jamás tendrá fin.